De pequeña me recuerdo callada, bajo la sombra de una niña buena, siguiendo las reglas, haciendo lo que tenía que hacer para no recibir regaños, creyéndome de verdad que, si era perfecta, que, si daba de mí al máximo, me iban a querer más, me abrazarían más, me mimarían más.
Desde aquellos años me exigía mucho, quería ser la mejor, quería esforzarme en hacerlo todo bien, perfecto, bonito.
No toleraba los borrones en mi libreta, me portaba bien, y si algo no me cuadraba, me enojaba, y mucho, pero tragaba, no alzaba la voz, hacerlo me hubiera quitado la etiqueta de niña buena que tan celosamente protegía.
Aquella imagen de ser muy buena, valiente, fuerte, de hacer lo que el mundo me pedía, a cambio de un poco de amor, me acompañó durante más de 20 años.
Pagaba cuotas infinitas tragando, siguiendo el camino correcto, sin permitirme mostrarme vulnerable; esa voz me decía que podrían darse cuenta de que no era tan perfecta.
Pagaba con esfuerzo, con exigencia, con perfeccionismo.
Llegó un momento en que la vida me empezó a pasar facturas: las cuotas ya no eran suficientes, y las señales en mi cuerpo llegaron—emociones acumuladas, migrañas, frustración, dispersión, falta de dirección— y se hicieron insostenibles.
Y ahí empezó la búsqueda.
No sabía lo que me estaba pasando… hasta que lo supe.
El miedo a ser rechazada, a no ser suficiente, me susurraba que no diera un paso más, que me quedara quieta…
El miedo a no ser suficiente te está frenando
No sé en qué rincón de ti se esconde, pero ese temor lleva tiempo contigo.
¿Lo has sentido? Ese murmullo en la penumbra de tus pensamientos que susurra: “¿Y si no soy suficiente?”
Imagina que entras en un desván. Es un lugar viejo, donde se acumula el polvo de las expectativas no cumplidas y los recuerdos de cuando intentaste ser aceptada por los otros.
Allí, escondido entre trastos, está ese miedo.
Pequeño, pero tan pesado, cubierto de capas de “no puedo” y “¿qué van a decir?”
Cada vez que das un paso para avanzar, él aparece. Tal vez sin darte cuenta, has permitido que ese miedo frene tus ideas, tus palabras y hasta esos proyectos que sueñas poner en marcha.
Porque, en el fondo, tienes miedo de que te miren y vean a alguien que aún no es suficiente, que hace las cosas mal, que aún no está preparada.
Esa vocecita interior, que se instaló hace tanto, te paraliza en momentos clave, roba tus palabras y detiene tus pasos justo antes de que elijas accionar. ¿No te parece curioso que un pensamiento tan pequeño te haya frenado en tantas cosas?
1. mira el miedo de frente y repite…
Te regalo este ejercicio: imagina que tomas ese miedo en tus manos. Lo observas y lo reconoces. Es un compañero incómodo, pero es solo eso: un pensamiento.
No tiene poder propio.
La próxima vez que lo sientas, recuerda que puedes soltarlo.
Ese miedo no define quién eres ni hasta dónde puedes llegar.
Cada paso que das, cada intento por hacer visible lo que llevas dentro, es una oportunidad para ser auténtica, para mostrarte completa, para vivir sin esa barrera invisible. Tu autenticidad es tuya, y nadie más puede expresarla.
Cambia la frase, no soy suficiente por un: SI SOY CAPAZ, SI SOY SUFICIENTE, SI ME LO MEREZCO.
2. atenta: el miedo toma diferentes formas
De tanto vivir con miedo, lo conozco de cerca.
Y no solo en mí, desde hace tiempo he trabajado con mujeres que también sienten ese miedo a no ser suficientes.
He visto al miedo tomar formas diferentes y detener a personas con mucho potencial y tantísimo por ofrecer.
Pero también he visto algo más: cada vez que una de ellas decide actuar a pesar del miedo, algo cambia.
He acompañado a mujeres que transformaron su visión, aprendieron a reconocer su valor, y pasaron de estar estancadas a ofrecer al mundo lo mejor de sí mismas. Esta decisión es tuya también.
3. Una lista de 3 para reforzar el “Si soy suficiente”
Hoy te invito a dar un paso distinto. Tal vez es el momento de enfrentarte a ese miedo y decidir que, aun con todo, vas a seguir adelante.
Haz una lista con tres cosas pequeñas que puedas hacer esta semana para avanzar, aunque ese miedo vuelva a aparecer. Cada uno de esos actos es una declaración, un mensaje a esa voz que refuerza el “Si soy suficiente”.
Recuerda, no tienes que cambiar el mundo en un día. Pero sí puedes empezar a cambiar tu mundo con cada acción.
Con amor y al fin con alas,
Farida.
Maravilloso artículo, me siento totalmente identificada con cada palabra.
El miedo a no ser suficiente por miedo a la falta de amor y criticas de mis padres ha sido el que ha gobernado mi vida durante 27 años.
Y recién me pude dar cuenta, que yo misma me había convertido en mi propio verdugo, repitiéndome cada día las mismas palabras que tanto me dolían.
Gracias Mari, que bonito que te haya resonado y que poderoso que lo descubriste, ese es el primer paso para cambiar el diálogo con una misma y empezar a conectar con tu poder interno. Es el momento de cambiar esas palabras en amor para ti y desde ti. Te abrazo fuerte.